Morimos con sueños

“Morimos con recuerdos no con sueños que quedaron sin concretarse”.

“Morimos con recuerdos no con sueños que quedaron sin concretarse”.

Más de una vez hemos escuchado frases relacionadas con el momento en que, al estar en nuestro lecho de muerte, comenzamos a recordar aquellas vivencias que marcaron nuestra felicidad: las alegrías por metas alcanzadas, los objetivos que fueron trascendentes para nosotros, y la oportunidad de compartir con nuestros seres queridos. Estas experiencias positivas son recuerdos que vale la pena atesorar. Si nos enfocamos únicamente en disfrutar de esos momentos que generaron bienestar y tranquilidad, podemos darle más sentido a nuestra vida. Por el contrario, si dejamos de disfrutar el presente o nos centramos solo en lo que no logramos cumplir, terminamos atrapados en el enojo y el resentimiento por lo que pudo haber sido.

Disfrutar del momento presente. Recuerdos y experiencias.

Si actualmente atraviesas un período de dudas sobre tus capacidades o los logros que has alcanzado hasta ahora, enfócate en aquello que sí conseguiste, aunque parezca pequeño. Estos logros, sin importar su magnitud, nos permiten fortalecer nuestra autoestima y mantener la motivación necesaria para conquistar nuevas metas y trabajar por la vida que deseamos. Incluso los logros más pequeños pueden enseñarnos grandes lecciones, siempre que sepamos cómo interiorizarlos y utilizarlos como guía para transformarnos en nuestra mejor versión. Estos aprendizajes nos ayudan a identificar nuestras fortalezas, trabajar en ellas y aprovecharlas al máximo.

Trabajar en nuestras fortalezas.

Compartir con nuestros más cercanos también son recuerdos que debemos atesorar. Un abrazo, un cariño, gestos, y expresiones son sentimientos y emociones que se pueden compartir con aquellos que más apreciamos en la vida. Valorar cada tiempo que le gente ha dedicado en nosotros es un logro por saber mantener relaciones sanas, y duraderas que quedarán guardados en la memoria hasta el final de nuestros días.

Estas experiencias nos invitan a reflexionar sobre lo realmente importante en la vida: los momentos compartidos con personas que sacaron lo mejor de nosotros, ya sea para ayudarnos a superar dificultades o para celebrar juntos alegrías que nos llenaron de felicidad.

¡Ojo! Esto no significa que las metas o los sueños personales no sean importantes. Claro que lo son. Sin embargo, no debemos obsesionarnos con lo que logramos o no, ya que es fundamental observar el panorama completo y encontrar el verdadero sentido de las experiencias que atravesamos.

Debemos crear experiencias significativas para nosotros. Son estos los recuerdos que debemos atesorar en nuestros últimos días. Cada uno de ellos, ya sea positivo o negativo, y cada logro, alcanzado o no, forman parte de nuestro crecimiento personal. Lo importante es centrarnos en aquellos momentos que nos dieron satisfacción y nos permitieron superarnos frente a las dificultades.

Superarnos ante las dificultades.

En tu lecho de muerte no te preocupes por lo que no lograste; céntrate en lo que tienes y las personas que te rodean. Este lema suena muy fácil decirlo, pero es la pura verdad: aunque sea difícil llevarlo a la práctica, debemos cambiar nuestra mentalidad hacia un enfoque de gratitud por lo que tenemos. Más allá de los sueños, experiencias, metas u objetivos que logramos y de los que faltaron por cumplir, recordemos siempre la huella que dejamos en las demás personas con nuestras acciones diarias.

Atesorar buenos recuerdos comienza con nuestra forma de pensar. Identificar y valorar los momentos más significativos de nuestra vida es la clave para evitar llegar a nuestros últimos días arrepentidos, sintiendo que no tenemos nada valioso que recordar.

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