Ilusiones

“El que vive de ilusiones muere de realidades”. 

“El que vive de ilusiones muere de realidades”. 

Cada vez que escuchamos este refrán sobre las expectativas que las personas tienen respecto a sus sueños, metas u objetivos, nos invita a reflexionar sobre la posibilidad real de materializarlos de manera satisfactoria. En este sentido, si nuestras metas son demasiado ilusorias o poco factibles, debemos ajustarlas a la realidad para evaluar si pueden concretarse de una forma viable. Además, llevar un registro del proceso nos permitirá medir qué tan cerca o lejos estamos de alcanzar aquello que tanto deseamos.

“El que vive de ilusiones muere de realidades”.  Llevar un registro de nuestro proceso.

Si ignoramos la factibilidad de nuestras metas, viviremos atrapados en ilusiones que, al final, no nos llevarán a ningún lado. Esto puede generar frustración cuando la realidad nos golpee, instándonos a tomarnos las cosas en serio y dejar de soñar sin actuar. Si nuestras metas no despiertan en nosotros la pasión o el deseo de materializarlas, difícilmente podremos avanzar en su cumplimiento.

Nuestras metas deben despertar pasión.

Teniendo claro estos últimos puntos, podemos hablar sobre lo importante que es tener la ilusión de mejorar nuestra vida por medios sueños y metas a cumplir. Esto, para luego aterrizarlas y generar un orden de prioridades que sean posibles de concretar en la vida real. Ahora, antes de profundizar en este tema, es importante señalar el problema de vivir constantemente de ilusiones sin una claridad real sobre lo que queremos. A veces, la realidad es muy dura cuando nos damos cuenta que nuestras ilusiones no se pondrán cumplir a cabalidad, si solo estamos de espectadores esperando que nuestros deseos caigan desde el cielo. En ese sentido, tomar conciencia real sobre nuestras expectativas es fundamental para empezar a planificar, y diseñar los pasos que necesitamos en función al cumplimiento de nuestros objetivos personales.

En los tiempos actuales, vivir de ilusiones sin tomar acción concreta puede generar frustración a largo plazo.

Analizar nuestros objetivos

Para aterrizar nuestras metas u objetivos, es necesario analizarlos a fondo y evaluar su factibilidad en nuestra realidad personal. Esto implica considerar las condiciones favorables y desfavorables que pueden influir en su cumplimiento. También es crucial identificar cuáles de nuestras metas están alineadas con esas condiciones favorables, permitiéndonos concretarlas de manera realista y coherente.

Este análisis nos ayuda a determinar si nuestras metas son viables dentro de nuestro contexto. Por ejemplo, si queremos estudiar una carrera universitaria, debemos evaluar nuestras posibilidades reales de lograrlo: ¿Contamos con el tiempo suficiente para dedicarnos al estudio? ¿Disponemos de los recursos económicos necesarios? Si la respuesta es afirmativa, estaremos en una circunstancia favorable. Si, por el contrario, enfrentamos obstáculos importantes, lo más probable es que nos cueste más esfuerzo alcanzar el objetivo o, en el peor de los casos, que lo abandonemos. Sin embargo, si contamos con una gran capacidad de resiliencia y determinación, podremos avanzar incluso en condiciones adversas.

Debemos avanzar ante las situaciones adversas.

Una vez que tenemos claros nuestros objetivos y los hemos aterrizado en la realidad, podemos confiar en el proceso que nos llevará a su cumplimiento. La planificación es fundamental para mantenernos enfocados y avanzar con determinación, ya que inevitablemente surgirán obstáculos que pondrán a prueba nuestro compromiso. En estos momentos, la clave será nuestra perseverancia y el deseo genuino de transformar nuestras ilusiones en metas concretas.

Aun cuando hayamos planificado todo de manera coherente, es posible que no logremos cumplir todos nuestros objetivos. Sin embargo, mientras hagamos el esfuerzo necesario, evitaremos los arrepentimientos. Además, si una meta no se concreta, siempre tendremos la oportunidad de replantearnos nuevos sueños y objetivos que sí puedan hacerse realidad con dedicación y esfuerzo.

Lo más importante es ser consecuentes con nuestros anhelos. Si realmente deseamos alcanzar una meta, debemos esforzarnos para lograrlo. Recordemos que vivir de ilusiones puede ser desalentador cuando la realidad nos enfrenta con dificultades. Aterrizar nuestros objetivos y comprometernos con ellos nos permitirá avanzar con coraje y determinación hacia la vida que deseamos construir.

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