Muchas veces nos ha pasado que, cuando estamos discutiendo con alguien sobre cualquier tema o en una conversación en la que puedan surgir malentendidos, llegamos a un punto en el que nuestros argumentos y tono de voz cambian bruscamente por tratar de convencer o, que la otra persona intente convencernos por medio de distintas razones que puedan reflejar una verdad o una mentira sobre nosotros. En ese sentido, las consecuencias de estas situaciones provocan que ambas partes se exasperen, llevando a decir palabras que, si hubiéramos tenido un poco más de control, habríamos evitado, o habríamos manejado mejor la situación que se estaba desarrollando. Este tipo de circunstancias por lo general puede reflejar lo que realmente pensamos o sentimos por la otra persona.
Lo mismo pasa cuando realizamos una determinada acción, y la otra persona simplemente no le gustó, y nos deja un cariño de palabras que muchas puede herir nuestros sentimientos (dependiendo como lo tomes) para bajar nuestra autoestima y confianza. También puede ocurrir que seamos nosotros quienes, en un momento de rabia y frustración, digamos cosas que terminen hiriendo psicológicamente a la otra persona.

Ahora, podemos mencionar algunas situaciones en las que una conversación tranquila puede salirse de control, terminando en discusiones sobre los defectos de cada uno, lo que puede tener serias consecuencias si no somos capaces de mantener un tono más calmado y respetuoso.
Entre estas situaciones que provocan alteraciones y discusiones, podemos mencionar dos que son comunes según el contexto en el que surgen. Por ejemplo:
1). Conversaciones sobre lo que hará uno en el futuro: Ya sea sobre estudios o planes personales, pueden generar envidia, frustración y mediocridad.
Es Notorio: entre familiares y amigos.
Bueno, este es el típico caso que cuando terminas el colegio o la preparatoria amigos y familiares, sobre todo estos últimos, se interesan en demasía por aquel sobrino(a) que aún no ha decidido qué estudiar, o qué va a hacer con su vida. En ese sentido, si estas en esa situación lo mejor será siempre no tomar en cuenta los comentarios que dicen personas externas a ti, por más familiares o amigos que sean, ya que debes velar, primero, por tu salud mental en cuanto a no martirizarte sobre lo que debes escoger o decidir lo que harás en tu futuro, y segundo, no prestar atención a recomendaciones o sugerencias de personas que a lo mejor no te conocen bien o simplemente lanzan comentarios para joderte la mente, así de sencillo.
Lo mismo ocurre cuando ya estás estudiando una carrera. En estos casos, la envidia puede ocultarse en la mente de los demás, y la hipocresía se muestra en todo su esplendor.
2). Conversaciones sobre la traición de la confianza: De esto pueden surgir enojo, decepción e ira por parte de la persona traicionada cuando se revela un secreto o información personal.
Es Notorio entre familiares, parejas y amigos.
En estos casos, las discusiones entre familiares, parejas o amigos debido a la falta de confianza requieren una introspección personal o un «mea culpa». Hay que reflexionar si realmente fuimos nosotros los que provocamos la discusión o si la otra persona fue la causante. También podría tratarse de un malentendido relacionado con la falta de respeto o confianza entre ambas partes.
Si llegas a la conclusión de que la culpa fue tuya, lo ideal, una vez que todo se calme, es reflexionar sobre qué fue lo que provocó que la otra persona reaccionara de esa manera.
Como dice la frase: “nunca olvides lo que alguien te dice enojado”. Debemos prestar atención a cada palabra y tono de voz que se produce cuando estamos inmerso en un contexto de mucho conflicto. Independientemente de las circunstancias, es importante entender lo que realmente nos dice esa persona en un estado de descontrol, ya que en esos momentos se expresan emociones tan fuertes como un río caudaloso que arrasa con todo a su paso sin medir las consecuencias. Es como un torrente de palabras que muestra lo que esa persona realmente piensa de ti, y lo mismo puede ocurrir si eres tú quien pierde el control ante situaciones que provocan ira y frustración.

Nuestras palabras, en general, reflejan la calidad de persona que somos y también tienen un poder sobre los estados de ánimo que provocan en los demás. Ya sea que lo que decimos sea verdad o no, siempre generamos un efecto.
Un caso hipotético: si decimos algo en un estado de enojo, probablemente diremos verdades sobre la otra persona. Si ese individuo al que le expresamos todo lo que pensamos es consciente de esta situación, ya sabrá lo que realmente opinamos de él, lo que puede generar resentimiento y apatía hacia nosotros.
Una ayuda para aquellos con poca paciencia
Ahora, para ti que estás leyendo esto, te comparto algunos consejos para gestionar o controlar de la mejor manera posible el enojo explosivo en situaciones o conversaciones con otras personas. ¡Ojo! No estoy sugiriendo evitarlo, ya que el enojo es inevitable en algún momento, pero sí podemos aprender a manejarlo.
El primer consejo es:
- Cuando estés enojado, antes de decir algo, cuenta hasta cinco y respira lenta y profundamente. Esto evitará que te expreses de manera caótica y compliques aún más la situación.
- Sé consciente del momento: presta atención al tono de la conversación y a tus pensamientos. Esto te permitirá identificar el momento adecuado para calmar la situación y evitar una pelea que solo empeoraría las cosas.
- Practica el control emocional: imagina situaciones en las que podrías perder el control y decir cosas sin pensar. Practicar este autocontrol te ayudará a no herir a los demás.
De estos consejos, tal vez el número dos sea el más difícil de aplicar, ya que implica ser consciente en el preciso momento en que estás pasando de una emoción tranquila a una más intensa, como el enojo. Para lograrlo, se requiere mucha paciencia y autocontrol.

Finalmente, te recomiendo que reflexiones sobre las situaciones en las que perdiste el control, te enojaste y actuaste como un río caudaloso. Y, si fuiste víctima de las palabras hirientes de otra persona, analiza por qué lo hizo y qué palabras utilizó para generar en ti esa incertidumbre que afectó tu confianza y autoestima.
Este ejercicio no debería tomarte más de diez minutos, ya que es mejor enfocar tu atención y energía en cosas más importantes que la opinión de los demás. De hecho, podrías llegar a la conclusión de que si lo que te afecta es lo que dicen los demás, lo mejor es no prestar atención y seguir adelante con tu vida.