Cuando nos referimos a la conciencia de nuestra mente, entendemos que es una capacidad cognitiva que nos permite pensar y reflexionar de manera presente sobre cualquier suceso o experiencia que atravesamos a lo largo de nuestra vida. Ser una persona consciente también nos ayuda a comprender las decisiones que tomamos para experimentar nuevas vivencias que impulsen nuestro crecimiento en un área de desarrollo personal. En este sentido, podemos decir que ser conscientes de todo lo que hacemos trae grandes beneficios para desarrollar nuestra capacidad de raciocinio. Sin embargo, no es una tarea fácil de llevar a cabo si no estamos acostumbrados a interiorizar correctamente lo que implica prestar atención a los detalles que transforman nuestra perspectiva sobre lo que nos sucede y sobre las personas en general.

Ahora, la realidad misma nos dice que la mayoría de las personas no son conscientes de las decisiones, y actos que realizan en su día a día ya que no están acostumbrados a reflexionar sobre lo que piensan en el momento, y de lo que quieren para el desarrollo de su persona. Es decir, se dejan llevar inconscientemente por cada decisión y acción, muchas veces influenciadas externamente, lo que inhibe su capacidad de juicio propio para decidir qué es lo que verdaderamente quieren en la vida. Actuar desde el inconsciente nos lleva a mirar la vida como algo pasajero, sin mayores ambiciones, ya que, al no cuestionarnos lo que realmente queremos, nuestra existencia se vuelve monótona y carente de propósito.

Vivir la vida bajo piloto automático puede ser contraproducente para nosotros, más aún si tenemos metas o sueños ambiciosos con los que una vez pensamos en concretar, pero, por cuestiones personales decidimos aplazarlos, o definitivamente dejarlos de lado. Adoptar una actitud pasiva ante la vida, sin cuestionarnos lo que ocurre a nuestro alrededor ni las interacciones con las personas que conocemos, nos limita y nos impide analizar en profundidad el “por qué” de las situaciones que vivimos y los aprendizajes que podemos extraer de cada experiencia.
Todo lo que nos sucede sin que posteriormente nos preguntemos el “por qué” puede considerarse como el inconsciente dirigiendo nuestras decisiones y evitando que nos cuestionemos en el momento presente. En este contexto, si adoptamos una actitud de piloto automático, no solo afectará nuestra capacidad de raciocinio, sino también nuestra vida en general, pues estaremos dejando que un mecanismo cognitivo, sobre el cual no tenemos control, tome decisiones por nosotros. Además, debemos ser cautelosos con los pensamientos que pueden llevarnos al autosabotaje, especialmente aquellos que generan sentimientos automáticos de culpa, enojo o tristeza, ya que estos pueden condicionar aún más nuestro estado emocional e inhibir nuestra capacidad de pensar y reflexionar sobre nuestras emociones y reacciones.

En este sentido, los cambios emocionales repentinos también reflejan el poco control que tenemos cuando dejamos que el inconsciente domine nuestro estado mental de forma automática. Si dejamos que el subconsciente piense por nosotros o inhibe esta función, cualquier circunstancia o decisión que tomemos en el camino, las consecuencias que podrían generarse tanto positivas como negativas las determinaremos como parte del destino. Ahora bien, imaginemos cómo sería nuestra vida si justificáramos todas nuestras elecciones bajo la idea de un destino predeterminado: sería una existencia apagada, mediocre y carente de ambición para superarnos y cuestionarnos lo que hacemos día tras día.
Ser conscientes de nuestras acciones
Si queremos evitar que el subconsciente tomas las riendas de nuestro destino, debemos empezar desde ahora a practicar el hábito de la conciencia. Ser conscientes de nuestras acciones es clave para redirigir el rumbo de nuestra vida y progresar en todas las áreas posibles. Así mismo, también debemos ser fuertes para sobreponernos ante cualquier obstáculo que se presente delante de nosotros, ya que si nos dejamos abatir por determinadas circunstancias el inconsciente tomara poder, y buscara la mejor forma para que huyamos de la responsabilidad de pensar, y reflexionar sobre cada experiencia vivida a lo largo de nuestra vida. Una persona que tiene la capacidad de analizar y reflexionar sobre su desarrollo se empodera hasta el punto de tomar decisiones desde un estado presente, evitando futuros remordimientos.

Ser conscientes de nuestras decisiones es esencial para planificar nuestra vida en función de nuestros objetivos y proyectos personales. Es mucho mejor tomar el control de nuestro camino que deambular sin un propósito significativo, dejando que los sueños que tuvimos en la infancia se diluyan con el tiempo a causa de las circunstancias diarias. Esto último, moldea definitivamente nuestro carácter, y coraje para enfrenar la realidad misma de las cosas que, muchas veces, golpean muy fuerte para hacernos entender que la vida en general son momentos de alegrías y tristezas. Son estas experiencias las que configuran nuestra manera de interactuar con los demás y de entender nuestro entorno interno y externo.
La frase de Carl Jung: “Hasta que el inconsciente no se haga consciente, el subconsciente dirigirá tu vida, y tú le llamarás destino” nos invita a tomar las riendas de nuestra existencia y a comprender que solo nosotros tenemos las llaves para transformar nuestro camino. En este sentido, debemos estar presentes en cada momento, reflexionando sobre los sucesos que experimentamos en nuestro día a día, para finalmente entender que, gracias a nuestra capacidad de raciocinio, somos los únicos responsables de dar significado a cada vivencia. Al adoptar este enfoque, nuestra vida será mucho más satisfactoria, ya que podremos mantener el control sobre nuestros pensamientos, disfrutar del presente con nuestros seres queridos y estar abiertos a nuevas experiencias enriquecedoras.